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miércoles, 20 de enero de 2010

DESDE EL CORAZON

1-10-2009. P. Madrid. Desde el corazón
Autor:Pepita Madrid Dieste

Lázaro, Marta y María, eran los amigos de Jesús; cada vez que Jesús pasaba por Betania, iba a saludarles, algunas veces sólo una visita corta, otras veces se quedaba con ellos durante algunos días.
Cuando Lázaro, enfermó, sus hermanas mandaron aviso a Jesús.
Jesús recibe el aviso y dice: Esta enfermedad no es para muerte, sino para la Gloria de Dios. Y se queda dos días más en el lugar donde estaba.
Acto seguido, Jesús dice: Lázaro ha muerto.
¿Cómo entendemos esto? Primero dice que no es para muerte y diez versículos más abajo dice que Lázaro ha muerto.
Me imagino, que esto desconcertaría, una vez más a los discípulos. Además, ellos sabían que Jesús amaba a éstos tres hermanos. No sé si alguno de los seguidores de Jesús diría algo, pero lo que es casi seguro, es que todos pensarían” pues no los quería tanto, como parecía”.
Y ahora, cuando aparentemente, ya no se puede hacer nada; es cuando Jesús dice: ¡Vamos!
Las hermanas de Lázaro y los discípulos, habían visto a Jesús hacer milagros y sanar enfermos, muchos de ellos muy graves, pero eso de resucitar muertos no era lo más normal. Ni se les ocurría pensar en tal posibilidad.
-17Vino, pues, Jesús, y halló que hacía ya cuatro días que Lázaro estaba en el sepulcro. 18Betania estaba cerca de Jerusalén, como a quince estadios; 19y muchos de los judíos habían venido a Marta y a María, para consolarlas por su hermano. 20Entonces Marta, cuando oyó que Jesús venía, salió a encontrarle; pero María se quedó en casa. 21Y Marta dijo a Jesús: Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto. 22Mas también sé ahora que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo dará. 23Jesús le dijo: Tu hermano resucitará. 24Marta le dijo: Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día postrero. 25Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. 26Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto? 27Le dijo: Sí, Señor; yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo. Juan. 11: 17-27
Después de la muerte de Lázaro, Jesús llega a Betania, y mantiene una conversación muy interesante con Marta.
Jesús le dice: tu hermano resucitará.
Marta le dice a Jesús: Yo sé que va a resucitar para el día del juicio.
Lo que Marta está declarando es: que ella cree que Jesús es el Cristo; que su hermano va a resucitar, y que tendrá vida eterna, porque su hermano era creyente.
Ella creía en las promesas de Jesús; pero no había entendido bien el mensaje.
El Señor, le dice a Marta: ¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?
El mensaje de Jesús es: si crees, ¡verás! Ese “verás” quiere decir: Ver, con los ojos de la cara; aquí y ahora.
Yo me identifico bastante con Marta en muchos aspectos. Esta Marta, es la famosa “Marta- Marta”: afanada y turbada. También me siento muchas veces afanada y agobiada con muchos quehaceres.
Pero además también, al igual que Marta, yo a veces dudo de que las promesas de Dios para mí, sean para aquí y ahora.
¡Cuantas veces! He pensado que: para ver a mi marido levantado de esa, silla tendré que esperar a estar en el cielo. (Mi marido, padece una enfermedad degenerativa desde hace treinta y seis años, ahora está en estado muy avanzado).
Tengo mucha teoría bíblica, algunas experiencias con Dios; pero cada día soy más consciente de todo lo que NO sé, y de todo lo que me falta por aprender de Dios, pero sobre todo, de lo muchísimo que me falta por conocer A Dios.
¡Cuantas veces, la fe me falla! ¡Cuantas veces, pierdo la esperanza de ver cambios!
Hay muchos días, que me siento como Marta y María debieron sentirse al ver que Aquel al que ellas consideraban su amigo, al enterarse de la enfermedad de su querido hermano, no aparece. Aun mas, sabiendo que Jesús, era el Cristo y que era el único que podía sanar a Lázaro, no llegaba a tiempo.
Yo sé que Dios nos ama profundamente, a mi marido y a mí, que Él es nuestro amigo. Nuestro Señor y Salvador.
El Señor dice en Su Palabra: que Él llevó nuestros dolores y nuestras enfermedades y las clavó en la cruz.Isaias.53: 4.
También sabemos, que: por Su llaga fuimos nosotros curados. Isaías. 53:5
En Mateo.7:11. Dice que si nosotros, siendo malos, le damos cosas buenas a nuestros hijos; ¡Cuánto más! Nuestro Padre Celestial, nos dará todas las cosas.
También dice el Señor que todo lo que pidamos, creyendo lo recibiremos. Mr.11: 23.
Entonces, ¿si llevamos años orando, por la sanidad de mi marido, por qué El Señor no contesta?
Tengo que reconocer y aceptar que: Mis lágrimas, no mueven la mano de Dios.
Mis quejas, no mueven la mano de Dios.
Mis lamentos, no mueve la mano de Dios.
Mi FE, es lo que mueve a Dios. Mateo. 21: 21-22.
Clamar, delante de Dios, mueve el corazón de Dios.
3Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces. Jeremías.33:3.
Lo que me falta, es apropiarme de ésta promesa que Jesús le hace a Marta:
¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios? Juan.11: 40.
Una vez creída, apropiada y asimilada ésta verdad. Me queda hacer la declaración que hizo Marta: YO HE CREÍDO QUE TÚ ERES EL CRISTO, EL HIJO DE DIOS, QUE HAS VENIDO AL MUNDO. JUAN. 11: 27.
Esta conversación de Marta con Jesús, fue necesaria, antes de la resurrección de Lázaro. Para que a Marta y a María les quedase claro –quién era Jesús- realmente.
Hasta éste punto de la historia las dos hermanas lo único que sabían seguro, desde el punto de vista humano era: que su hermano había muerto, que se quedaban solas y que su amigo les había defraudado.
Ellas aún no conocían el final de la historia; no sabían, que Jesús se retrasó para que se pudiera manifestar la Gloria de Dios, resucitando a su hermano.
Nosotros, ahora, sí conocemos el final de ésta historia; y esto nos cambia la perspectiva cuando la leemos; porque sabemos que tiene final feliz.
Yo estoy en la misma situación en la que se encontraban Marta y María en el velatorio de Lázaro. Aún no conozco el final de nuestra historia.
Pero sí conozco el final, eterno, de la historia. Estoy segura de que en el Cielo no habrá sillas de ruedas, ni llanto ni clamor. El Señor mismo nos enjugará todas las lágrimas, que, Él en persona nos consolará. El sólo hecho, de estar en el Cielo, en Su presencia, compensará el dolor y el sufrimiento que hayamos padecido aquí. Además sé que el sufrimiento es temporal, y que el bienestar será eterno. PORQUE EL SEÑOR YA HA GANADO LA BATALLA POR MÍ.
Aunque estoy segura de que todo esto será así; mientras tanto ¿qué?
La tendencia es a espiritualizar las cosas; y aparentar que no pasa nada; y hacer ver que soy fuerte, que mi confianza en el Señor es más fuerte de lo que realmente es.
El final, desde el punto de vista humano, no lo conozco. Por lo tanto, ésta carta escrita desde el corazón, queda con un final abierto.
En su día, escribiré el final.

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